Con un Escapulario de Oro de la Feria del Señor de los Milagros y con una carrera que busca seguir consolidándose en España, Joaquín Galdós llega este año a Acho cargado de ilusiones, pues se trata de la plaza en la que empezó a vivir el toreo desde muy niño y en la que hoy ve cristalizados muchos de sus sueños. El torero nacional conversó con Luis Miguel León y nos habla además de sus inicios, de su forma de vivir su profesión y hasta se anima a contarnos algunos aspectos de su cotidianeidad.
Guarda Joaquín Galdós en el corazón las permanentes demostraciones de apoyo de la afición peruana: “gracias a todos por el cariño que me han dado todo el año que he venido a Perú y me siento con ganas de rematar mi temporada en Acho y que lo puedan disfrutar todos”.
La pandemia asociada a la propagación del COVID-19 ha generado inconvenientes en todo el mundo y, naturalmente, la tauromaquia no ha sido ajena a ello; sin embargo, pese a tal circunstancia adversa, Galdós ha podido durante estos últimos años hacerse un espacio dentro del escalafón español y nos cuenta acerca de ello:“estos tres años han sido difíciles, sobre todo por la poca presencia en ferias importantes, ya que en la pandemia éstas no habían, de manera que toreé en algunos sitios, pero no en ferias de tanta relevancia hasta que se abrieron ya este año. Entonces ha sido difícil, ha sido un trabajo de ir poniendo ladrillo a ladrillo con actuaciones importantes -aunque sea en pueblos de España o corridas de menor importancia-, pero poco a poco creo que he podido ir consolidando mi concepto, mi forma de torear y madurando sin dejar de entrenar, sin dejar de crecer, que al final es lo que te lleva al éxito más seguro”.
Sus comparecencias en las ferias de mayor relevancia no tuvieron el resultado deseado, reflexionando en torno a ello con madurez y serenidad y resaltando además la importancia de su presencia en ruedos nacionales: “la verdad es que este año no tuve suerte en las principales ferias y eso siempre frena un poco, pero tengo mucha esperanza, porque como torero es cuando mejor me voy encontrando y cuando más toros me están sirviendo y creo que el paso del tiempo no ha sido en vano, pues en mi caso estoy mucho más maduro que antes de la pandemia y, si bien obviamente ésta no ha sido positiva para nadie, creo que he aprovechado el tiempo y eso se nota delante del toro. Por otro lado, la temporada peruana sí que ha sido muy importante, porque nunca había venido tanto como este año y me han demandado mucho los pueblos del Perú, de tal manera que he podido atender a todos los que he podido en cuanto al tiempo me ha alcanzado, haciendo viajes de locos y por eso estoy muy contento por cómo he cerrado la temporada aquí en el Perú”.
La profesión de matador de toros demanda de una serie de renuncias personales y naturalmente eldiestro peruano no ha estado exento de ello: “la decisión de ser torero requiere de por sí una madurez extrema y cuando la tomas realmente consciente -que en mi caso fue a los diecisiete años- y sobre todo en los tiempos que vivimos, tienes que tener las cosas claras, las prioridades definidas y tu afición muy sólida, porque le vas a dedicar tu vida a algo totalmente ajeno a lo que se ve en la sociedad o en la calle, porque tú dices en una promoción de un colegio de Perú que vas a ser torero y te suena como decir que quieres ser astronauta y entonces todo ello, con la vida tan poco común que hay que llevar para ser torero, tener que dejar tu casa y asumir el riesgo que conlleva esta profesión, te hace entender que la decisión de ser torero demanda esa madurez”.
Un torero busca la gloria, pero naturalmente no está libre de momentos aciagos y así lo expresa Galdós, con conocimiento de causa: “es difícil a veces asumir la cantidad de piedras que te encuentras en el camino y el tremendo sufrimiento que padecemos los toreros emocionalmente los días que no se dan las cosas, cuando la prensa te pega un palo, cuando coges un bache con la espada y no sabes por qué y eso te genera ansiedad, no solo por ti mismo, sino también por saber que muchas familias dependen de ti y a eso le sumas los viajes, las vivencias, las complicaciones del camino, las cogidas…; todo eso convierte en dura y poco común nuestra vida, pero a la vez muy hermosa y me ha regalado los momentos más felices, sin lugar a dudas. Se sufre, tanto tú como tu entorno, porque la gente que te quiere y que está alrededor tuyo tiene que soportar esos picos de éxtasis, de desilusión, de alegrías, de emociones encontradas en este ritmo de vida tan loco y por ello requiere de una gran madurez. En mi caso, me considero un afortunado de mi profesión, porque haber encontrado mi vocación y poder vivir de ella y para ella ya es un logro y no me cambiaría para nada por un compañero de mi colegio, pues evidentemente no quiero decir que ellos vivan una vida peor, ni mucho menos, sino simplemente que yo vivo la vida que yo quiero y no hubiera cambiado las vivencias y las experiencias que he tenido por una novia, por una carrera universitaria o por cualquier cosa que hubiera podido vivir a los veinte años”.
Siempre despierta especial curiosidad el hecho de conocer la intimidad de los toreros y saber qué ocurre con ellos cuando se quitan el traje de luces, pues finalmente son seres humanos, con momentos buenos y malos, con alegrías y penas, con amores y desamores y con la natural necesidad de disiparse y cambiar de aire. En torno a esa curiosidad, Galdós nos cuenta a qué dedica su escaso tiempo libre: “la verdad es que no soy de tener demasiadas cosas aparte del toro en mi vida, pues mis pasatiempos están inconscientemente ligados al mundo del toro, en cuanto a que me gusta, por ejemplo, estar en una finca de algún amigo en España. Me gusta relacionarme con gente y tener amistades, pero la mayoría, si no son ganaderos, son gente del mundo del campo y estamos más o menos en esa misma sintonía, pues no me gusta desconectarme de mi mundo. Por supuesto que tengo otras aficiones, de hecho me gusta mucho hacer deporte, puedo jugar tenis, hacer gimnasio, nado -sobre todo ahora que tengo una lesión en la espalda- y me gustan mucho los caballos de carrera, pues incluso hago ciertos negocios con ellos, viajando a Estados Unidos y a Francia a comprar caballos y es un mundo que a mí me apasiona y que ha sido heredado de mi papá, pero finalmente te diría que una gran cantidad de mi tiempo -cuando no estoy dedicado al cien por cien al toro, ya que no siempre estás entrenando al ritmo en el que te preparas antes de una corrida importante- y la propia desconexión está ligada de algún modo al toro, yendo al campo a echar dos vacas para luego comerte un arroz y tomarte dos copas y luego al día siguiente dar una vuelta a los toros, pues es un mundo que me gusta y, por tanto, busco rodearme de gente que también entiende ese idioma, de manera que no tengo demasiadas aficiones que me desconecten del todo del toro”.
Vivió en un ambiente taurino desde niño gracias a su padre -el matador de toros y ganadero Alfredo Galdós- y eso definitivamente influyó en su decisión de ser torero y en su tauromaquia, pero definitivamente tuvo también como referentes a toreros que lo inspiraron para modelar su tauromaquia: “yo me acuerdo que desde chico el Juli fue un torero que me llamó mucho la atención, como creo que le ha ocurrido a todos los toreros de mi generación, por lo que significó su carrera, por la fuerza que tuvo cuando irrumpió en el escalafón de matadores e incluso antes y todo lo que ha conseguido y sigue consiguiendo y lo que sigue significando para la tauromaquia; en cuanto a la forma de torear, siempre mi papá me habló de Manzanares, que era un torero de Lima y en general he notado que los matadores de su generación tienen como un referente del buen torear a Manzanares padre, de modo que desde chico veía sus vídeos y me llamó la atención su forma de interpretar el toreo, que es la que más me gusta; luego, por supuesto, Morante, que a mí me parece que es el torero que mejor ha toreado en la historia, independientemente de números, de estadísticas y de más o menos ambición y te diría también, como contemporáneo, que Andrés Roca Rey ha sido un impulso para mí en cuanto a que yo no quería ser torero y el verlo a él de niño por aquí, por las plazas, como un chico que podía ser de mi clase y matando a nuestros animales en becerradas y en corridas mixtas, terminó siendo uno de los grandes culpables de que haya terminado siendo torero y con el que primero fui a entrenar al Parque Reducto -porque ambos vivimos muy cerca- y entonces fue la referencia más cercana que tenía de un chico como yo que tenía ese sueño y entonces te diría que esos toreros son los que me han inspirado, los antiguos por verlos visto y Andrés como algo que tenía allí, ante mis ojos y como una cosa paralela en la que yo me inspiré siempre”.
Estas reflexiones de Joaquín Galdós sobre toreros que fueron y son sus referentes nos llaman especialmente la atención, porque no es común que un matador de toros reconozca a sus compañeros -y, por cierto, rivales en el ruedo- como espejos en los cuales mirarse, lo que nos habla de la ausencia de mezquindad en el diestro peruano: “es verdad y no entiendo por qué los toreros tienen recelo de nombrar o darle protagonismo a un contemporáneo y yo te digo que no es porque Andrés sea hoy una figura -porque siempre lo he dicho, cuando nos hemos llevado mejor y peor y cuando hemos tenido que competir en la plaza y cuando no como es ahora, pues hace un par de años que no toreo con él y en Lima como cinco-, pero por supuesto que él es uno de los grandes culpables de esta locura y, de hecho, el que me impulsó a irme a España fue él expresamente, pues cuando mi mamá no quería fue él quien la convenció y entonces por supuesto que el tener su ejemplo en el Perú, tan cercano a mí y viéndolo como un niño parecido a mí y que él sea capaz de hacer eso, fue una gran fuente de inspiración, sin pensar que a los pocos años íbamos a estar toreando juntos, porque su carrera venía de mucho más atrás -ya que fue niño prodigio- y yo hasta los dieciséis años lo máximo que hacía era salir en un tentadero a darle a una becerra dos o tres trapazos, de modo que si hay dos o tres culpables de que yo sea torero, él es uno de ellos por supuesto”.
Sobre el momento que vive la tauromaquia peruana y la percepción de nuestro país en tierras europeas gracias a la presencia en ruedos de esas latitudes de Roca Rey y del propio Galdós, éste último reflexiona al respecto: “es increíble lo que se ha conseguido y yo no me quiero poner como uno de los protagonistas, aunque es verdad que mi granito de arena habré aportado, pero al igual que nosotros, resalto a los ganaderos, que han traído material de España y que se traduce en lo que están embistiendo los toros en el Perú, pudiendo ver en las ferias del interior del país cuajar grandes faenas a toros excelentes de ganaderías peruanas y, como ejemplo, uno de los toros a los que mejor he toreado en mi vida con la mano izquierda ha sido este año en Chota a uno de San Pedro, que fue extraordinario y en Cora Cora he lidiado grandes toros de cinco o seis ganaderías distintas y compartiendo carteles con toreros de gran nivel, como ocurrió en el caso de Cutervo, donde toreé con Daniel Luque, que venía de abrir la Puerta del Príncipe dos meses antes, de manera que realmente lo que hay en el Perú es un tesoro taurino y, si bien tenemos dos toreros que actúan en España, luego hay una serie de toreros muy competentes que torean bien de verdad, que se dedican a esto y que viven para esto, novilleros importantes, plazas de toros que se abarrotan y ganaderías que embisten; en España se ve al Perú como una real potencia, siendo una pena que no sepamos cuidarla a veces y por eso hay que proteger más a los novilleros y la presentación de las corridas e intentar poner en valor a nuestra fiesta, entre todos y como podamos, para dar espectáculos de máxima calidad en Acho, que es el espejo de lo que se ve más en el mundo”.
Tiene Galdós el permanente interés de difundir hacia el mundo la realidad taurina peruana: “yo, por mi parte, a los sitios que voy, intento generarles repercusión en España, para que se vea la maravilla que hay, como ocurrió con el video que hicimos de Chota y Cutervo para ser propalado en Mundotoro y en España en general, porque realmente yo estoy muy orgulloso de lo que se ha construido aquí, de los sitios a los que he ido a torear y del nivel del espectáculo, pero nos falta todavía a nosotros ponerlo en valor, velar por la seriedad del espectáculo y echar siempre un toro acorde con cada plaza, para que siempre, dentro de la idiosincrasia de cada una de ellas -porque no podemos querer que Cora Cora sea Sevilla, porque la gente tiene otra forma de vivir su fiesta y si tienen que tirar cerveza encima del toro y salir ochenta personas al ruedo, pues tienen que hacerlo- intentemos dentro de los profesionales darle la mayor categoría posible a los festejos, cuidando los carteles para que sumen y no resten, las cuadrillas, los tercios, los caballos de picar, porque el potencial que hay es inigualable”.
Se despide nuestro crédito nacional resaltando la importancia que tiene Acho para él y describiendo sus ilusiones para la tarde del domingo: “por supuesto Acho es muy importante para todos los toreros, pero te diría que para mí, sentimentalmente, es la más importante, por encima de cualquier otra; es donde yo aprendí a ver toros, donde ha nacido ese sueño de poder pisar ese albero y hoy lo veo hecho realidad y está mi familia, está mi gente y por eso voy con el corazón por delante e intentando darlo todo y espero que la corrida reúna unas condiciones mínimas de presentación y de juego para que la gente le dé importancia a lo que hagamos y así poder tener una tarde bonita; yo, por mi parte, voy a poner todo lo que tengo y quiero mandarle un abrazo a toda la afición, que tanto aguanta, que sigue llenando los tendidos de nuestra plaza y que tanto ha esperado, al estar tres años sin feria, así que hoy estamos de vuelta y con mucha ilusión”.