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EL CENTRO TAURINO DE LIMA CELEBRA POR TODO LO ALTO SU 125° ANIVERSARIO.

Por: Luis Miguel León Luna

El pasado 7 de diciembre, el Centro Taurino de Lima -sin lugar a duda, una de las instituciones más emblemáticas de la fiesta de los toros en el Perú- celebró sus ciento veinticinco años de fundación en un evento llevado a cabo en la Casa Iturry. Además, la ocasión fue propicia para que la peña taurina decana del Perú y de América formalizara el relevo de su junta directiva.

En efecto, la gestión encabezada por el reconocido aficionado Rafael Oliart y que tuviera a su cargo la gestión de la institución por tres períodos consecutivos (2019-2020, 2021-2022 y 2023-2024), culminaba exitosamente un ciclo de arduo trabajo, habiendo incluso tenido que afrontar una etapa tan compleja como la pandemia derivada de la propagación del coronavirus. Oliart fue acompañado en su gestión por Martín Cuba (Vicepresidente), Martín Campos y Luis Iturry (Secretarios en distintos periodos), Dennis Alvarado e Ivo Paccini (Tesoreros), Juan Carlos Ortiz (Vocal), Hernán Ísmodes (Fiscal) y Gisella Méndez y Ana María Paccini (Relaciones Públicas).

Por su parte, la nueva junta directiva que se encargará de conducir los destinos del Centro Taurino de Lima durante el período 2025-2026 tiene los siguientes integrantes: Juan Fernando Cruz (Presidente), Ana María Paccini (Vicepresidente), Luis Iturry (Secretario), Ivo Paccini (Tesorero), Juan Carlos Ortiz (Vocal) y Gustavo Ramírez (Fiscal).

Felicitaciones a la junta directiva saliente, los mejores éxitos a la nueva gestión y, por supuesto, larga vida al Centro Taurino de Lima, para que su trascendental y activa presencia siga contribuyendo a la defensa de la fiesta de los toros en nuestro país.

Finalmente, no encontramos mejor forma de rendirle un homenaje al Centro Taurino de Lima, que repasando su historia a través de la reseña que publicara hace algunos años uno de sus más distinguidos integrantes de la última época, el recordado comunicador taurino, juez de plaza y entrañable amigo Martín Campos

“El Centro Taurino de Lima, la centenaria peña decana de aficionados del Perú, América, y una de las más antiguas del mundo taurino ─se conoce solo una que va por delante como es el Club Taurino de Murcia- cumplió el reciente siete de diciembre del año pasado, nada menos que 120 años de fundación desde que en 1899 connotados aficionados de estirpe y solera decidieran formalizar su fundación tras unos seis años previos, desde 1893, que ya existiera como grupo de adeptos taurinos reuniendo a lo más renombrado de la afición taurina de la capital peruana.

Para ubicarlo en el contexto histórico, estimado lector, me permitiré esbozar a lo largo de estas líneas, algunas apreciaciones personales sobre el Centro Taurino de Lima, la entidad que acaso represente el génesis de esta conmovedora y fiel pasión que traspasa el alma y se lleva tatuada en la piel por todo aficionado cabal.

El Centro Taurino de Lima fue concebido tras arduo esfuerzo de don Francisco Espinoza Magán, conspicuo aficionado a quien se le conoció con el distintivo de ser El Padre de la Afición siendo gestor, promotor y primer presidente de El Centro como inicialmente se denominó a la institución.

Acompañaron aquella primera directiva los señores: Antonio Garland, Juan Durán, Felipe Varela, Domingo Rey, Guillermo Romero, Pedro Larrañaga, Alberto Ayulo y Alberto Basombrío. Integraban El Centro personalidades como el que fuera presidente de la República don Augusto B. Leguía, Andrés Avelino Aramburú, Octavio Bernales, Guillermo Gastañeta, Carlos Hartung, José Antonio Aramburú, entre otros muchos más. En aquella época conformaban una asociación de 234 miembros.

El Acta Fundacional data del 7 de diciembre del año de 1,899 y en su primer considerando estatutario establece la finalidad principal de la institución: “El Centro Taurino de Lima tiene por objeto formar la afición a las corridas de toros y procurar el mejoramiento de estas”.

El CTL contó con una plaza de tientas propia, de propiedad de su fundador don Francisco Espinoza, ubicada en los alrededores del jirón Guzmán Blanco del distrito de Breña. Allí se realizaron muchos festejos con reses de muerte donde participaron exclusivamente sus asociados según los mandatos estatutarios marcando así el surgimiento de lo que posteriormente se vino en llamar “toreros aficionados”.

En este punto, comparto con los amables lectores, estos textos extraídos del magnífico trabajo de don Raúl Aramburú Tizón publicado en la portentosa Los Toros en el Perú editado por Pro Educación y la Editora Aguilar, bajo el capítulo El Torero Aficionado:

“El torero aficionado surge en la escena nacional a mediados del siglo XIX. Inicialmente, su actividad se reducía a esporádicas apariciones en público, hasta que, en 1851, se organiza la primera corrida de aficionados en la antigua Plaza de Acho.

“En esos remotos inicios, la brecha que los separaba de entre los profesionales era inmensa. Pero como en el fondo todos tenían la misma motivación, esta distancia se fue acortando con el paso del tiempo, y ya en el presente siglo, con la fundación y activa participación del Centro Taurino de Lima, el aficionado pasó a ser de un simple practicante ocasional del torero a un personaje gravitante, sus decisiones empiezan a influir en los avatares del espectáculo y a formar parte de su organización, por tal a dirigir, de modo alguno la fiesta.

Este fenómeno es exclusivo del Perú, pues en otros países taurinos todos los estamentos del toro -excepto la ganadería brava- que siempre ha estado en manos de grandes criadores- son manejados por profesionales.

Se tiene noticia de un festejo celebrado en el pueblo de Surco el 29 de julio de 1737 -donde lidió la aristocracia limeña, encabezada por don Mauro de Mendoza, hijo del virrey Marqués de Villagracia, se sabe que la primera corrida de toreros aficionados en Acho se llevó a cabo el 26 de enero de 1851, de ahí en adelante se dieron continuamente”.

El Centro Taurino de Lima, no es una peña más…

Como ya mencionamos, fueron un grupo de conspicuos aficionados liderados por don Francisco Espinoza, los que tuvieron la feliz iniciativa de convocar a muchos entusiastas adeptos a la tauromaquia, desde el año de 1893, en torno a la idea de formar una asociación que los reúna.

Es así que el siete de diciembre de 1899 se funda oficialmente el señero Centro Taurino de Lima, la agrupación de aficionados taurinos más antigua de América, decana del Perú y quizás la segunda o tercera de mayor antigüedad en el mundo.

Ciertamente, El Cossío se refiere a ella como la cuarta más antigua en su edición del 2007 (Espasa Calpe) pero que contraviene lo que el mismo tratado señala al nombrarla como la tercera en su edición primigenia.

Nosotros sabemos -y ahora usted amigo lector- que luego del Real Club Taurino de Murcia (1887) es la institución limeña la que le sigue en orden de alternativa, ni siquiera el célebre Club Taurino Cocherito de Bilbao que fuera fundado posteriormente a a las anteriores, en 1910, se le antepone.

Dentro de su primera directiva contamos al antes mencionado Francisco Espinoza que lo presidió, a los señores Antonio Garland, Juan Durán, Felipe Varela, Domingo Rey, Guillermo Romero, Pedro Larrañaga, Alberto Ayulo y Alberto Basombrío.

Contaba además entre sus prominentes miembros a don Augusto B. Leguía (futuro presidente de la república), los señores Andrés y José Antonio Aramburú, Guillermo Gastañeta, Carlos Hartung, Octavio Bernales, Alfredo Backus, Fedrico Calmet, Pedro de Osma, Antonio y Pedro Larrañaga, Jorge y Francisco Swayne, Elías Mujica, Mariano Ignacio Prado; entre otros más.

Uno de estos primeros “señoritos toreros” fue Felipe Sassone quien radicó en España convirtiéndose en autor teatral allegado a la Casa Bienvenida y que justamente escribiera la obra “Pasos de torero” en honor de Antonio, hijo del Papa Negro.

Precisamente al mencionar a un conspicuo socio fundador como fue Antonio A. Garland dejemos que su hijo, don Antonio Garland, a través de lo que escribiera en su libro Lima y el Toreo, nos ilustre con más detalles al respecto:

“Desde el patriarca de la afición peruana que fue el gran caballero don Francisco Espinoza, hombre dignísimo que alcanzó a vivir luengos años sin que jamás decayera su entusiasmo por la fiesta viril. Fue, un verdadero catedrático taurólogo, de conocimientos extraordinarios, y que, además, alguna vez cayó en la tentación de ser empresario de Acho.

Era hombre generoso, y cuanto podemos añadir es que su afición sirvió en más de una oportunidad para ayudar a algún diestro en desgracia o a quien procuraba enaltecer. “Contribuyó al desarrollo de las corridas de toros en Lima y fue en muy lejanos tiempos revistero de El Comercio y corresponsal del Boletín de Toros y Loterías madrileño; y sobre todo, fidelísimo amigo y compañero de mi buen padre en su generoso propósito de mantener esa común afición organizando el Centro Taurino de Lima, y más tarde cuando frisaba los setenta años, formando la recordada empresa que se llamó La Afición.

Pero, en punto a referirnos al Centro Taurino en el que figuraban lo más granado de nuestros aficionados, por fuerza hemos de recoger palabras de Felipe Sassone, de ese dramaturgo eximio, literato afamado quien con castizo estilo hizo en su libro Casta de Toreros muy gratas reminiscencias que prestan categoría a estas líneas y danle una desinteresada pulcritud a mi recuerdo.

Sassone evocó ese remoto ayer al esbozar: El entusiasmo de un viejo aficionado limeño, don Francisco Espinoza, que santa gloria haya, que había alcanzado los tiempos de José Lara Chicorro y de Juan Sánchez No te veas, y el tesón y la capacidad de otro no menos inteligente y, también por desgracia, desaparecido, don Antonio A. Garland que se hacía lenguas hablando sobre la elegancia de Ángel Pastor, lograron fundar un círculo que se llamó el Centro Taurino y se le construyó una placita muy mona de unos cuarenta metros de diámetro y con capacidad para unos mil espectadores.

Yo era matador obligado de tosa las fiestas que allí se celebraban con otros aficionados muy buenos entre los que no puedo olvidar al bullidor, alegre y simpático a Alejandro Ayarza a quien llamábamos Karamanduka que siguió la carrera militar y a mi amigo Alfredo Lama y Ossa, dedicado al comercio varias veces empresario de la plaza de toros y el más decidido panegirista que tuvo Joselito El Gallo durante su estancia en Lima.”

Pasaron varios años de fructífera y entusiasta actividad hasta que por orden natural de la vida muchos de aquellos añejos señores dejaron de estar y el CTL cayó en un letargo del que fue resurgido en los años sesenta, justamente un 7 de marzo de 1961, en que fue refundado por iniciativa de aficionados de raigambre taurina como don José Quevedo Valderrama y don Moisés Espinoza Zárate, entre otros, teniendo por aquella época a personas como el arquitecto Fernando Belaúnde Terry, dos veces presidente de la república, entre sus amigos y quien fuera asiduo concurrente a la plaza del Centro.

Durante la temporada de ese año el CTL develó una placa de bronce en la plaza de Acho, bajo la presidencia de don Rafael Puga Estrada, en uno de los machones del tendido dos de sombra. Plancha donde la institución habría de colocar cada año el nombre del diestro que resultara triunfador siendo el primero en aparecer, el toledano Gregorio Sánchez, luego Antonio Ordoñez en 1962, Santiago Martín El Viti en 1963; Manuel Benítez El Cordobés en 1964; Manuel Cano El Pireo el año siguiente.

En la actualidad, esta tradición se ha trasladado al hermoso mural de azulejos ubicado al lado del patio de sombra, donde se perenniza le nombre de todos los ganadores del Escapulario de Oro del Señor de los Milagros siendo muy vistoso y llamativo para los visitantes nacionales como extranjeros que gustan de retratarse allí.

Justamente es meritorio destacar, aquella época dorada que bajo la presidencia de don Rafael Puga Estrada, ganadero de Laguna Seca y padre del actual ganadero de Camponuevo y ex matador de toros Rafael Puga Castro, vivió el Centro. Los mayores recuerdan con cierta morriña esas fabulosas jornadas de tientas y almuerzos en La Hacienda Villa, al sur de Lima.

Un hecho significativo que marca la historia de la peña decana es que el pasodoble Centenario del Centro Taurino de Lima haya sido interpretado durante el paseíllo en la catedral del toreo, la Plaza de Las Ventas de Madrid, el 2004 durante la tradicional Corrida de la Beneficencia, bajo gestión de los socios Antonio Pecho, César Paredes y Mariano Aguirre presidente de la Federación Mundial de Peñas Taurinas.

El 10 de diciembre del 2013, la directiva culmina un largo anhelo truncado durante mucho tiempo, que es el de otorgar por fin personería jurídica a la institución y adecuar sus viejos estatutos a las modernas normativas sobre sociedades que establece la legislación peruana.

Es así que se formaliza su inscripción definitiva como asociación civil sin fines de lucro, mediante Escritura Pública consentida bajo Título 2013-01189290, Partida N°13186232 de los Registros Públicos de Lima.

Continuando con la línea de los recientes últimos años, por decisión unánime de sus asociados y amigos, el CTL, ha venido adoptando una política de cambios y apertura acorde con los tiempos modernos, siempre en pro del fomento de la actividad y afición taurina en nuestro país, fieles al legado de sus preclaros fundadores.

De tal forma que en un hecho trascendente y audaz incorporó a las damas como socias plenas de la institución, propiciando el ingreso de hijos menores como socios junior y también abrió sus puertas a jóvenes aficionados comprometidos con los ideales que preconiza la peña decana, quienes conformarán el natural relevo generacional del mañana que hoy se avizora prometedor con el re avivamiento de la afición ante el surgimiento de los triunfadores toreros peruanos como son Joaquín Galdós y la figura mundial Andrés Roca Rey, a quienes tuvo el Centro en homenajear y reconocer antes que nadie.

El Centro Taurino de Lima, cuenta como sede institucional la magnífica Casa Iturry, edificio de corte mudéjar, en donde destacan ampliamente las paredes revestidas íntegramente en azulejos de aire sevillano.

Tiene un ambiente propicio para la realización de eventos y conferencias taurinas, toreo de salón y una sala de directorio para sus asambleas y reuniones de junta directiva que, al día de hoy, la preside el aficionado Rafael Oliart cuyo periodo se ha extendido hasta diciembre del 2021.

Celebrado y distintivo es el lema característico del Centro Taurino de Lima que por siempre será la peculiar exclamación: “¡Fuego!”