TARDE PARA EL RECUERDO… FERRERA ABRE LA PUERTA GRANDE TRAS EMOTIVA FAENA. GALDÓS Y DE JUSTO UNA OREJA POR LADO.

Por: Pedro León Martínez / Luis Miguel León

Con alrededor de dos tercios de plaza y en una tarde en la que por fin acompañó el sol con algo más de consistencia, se realizó la segunda corrida de toros del abono de la Feria, lidiándose toros nacionales de las ganaderías de La Viña y El Olivar. A las 3:30 p.m. sonó el clarín y se inició el paseíllo encabezado por Antonio Ferrera, vestido de blanco y oro, Emilio de Justo, de azul marino y oro y Joaquín Galdós, de negro y oro.

A diferencia de la corrida anterior, esta vez el ganado tuvo una correcta presentación, pero además mostrando un buen juego, a excepción del sexto de la tarde y destacando aquel lidiado en cuarto lugar, de El Olivar, al que incluso se premió con la vuelta al ruedo.

Emilio de Justo ha ratificado su excelente cartel en ésta, su segunda comparecencia ante la afición de Acho, mostrando que es hoy probablemente el mejor exponente del corte de toreo clásico dentro del escalafón mundial. Fino con el capote en sus dos toros, primero tanteando para parar a sus enemigos y luego luciéndose con lances de buena factura. En cuanto a sus trasteos de muleta, tras brindar a Joaquín Galdós la muerte del segundo de la tarde, empieza De Justo doblándose muy toreramente por bajo, logrando llegar a los tendidos y, tras ello, hay series de derechazos largos y pases de pecho de pitón a rabo, haciendo gala de su poderío y mando con la franela; intenta el cacereño por naturales, pero se va quedando el burel y por eso decide volver a la mano derecha para la tanda final; mata de muy buena estocada y se le concede una merecida oreja.

Luego del lío gordo de Ferrera en el cuarto, sale De Justo dispuesto a redondear el triunfo y brinda al público, iniciando su labor con doblones por bajo. Dosifica inteligentemente los tiempos y el aire del toro y, de a pocos, lo va metiendo en la muleta, instrumentando dos series de derechazos de calidad rematados con largos pases de pecho; prueba con la mano izquierda y el burel traga la primera serie mejor que la segunda, teniendo que volver a la derecha, pero el animal se va quedando. Pincha dos veces arriba, coloca media estocada y hay varios descabellos perdiendo cualquier opción de apéndice, recibiendo algunas palmas en premio a su disposición y buen toreo.

Arrebatado estuvo Joaquín Galdós durante toda la tarde, inyectándole a su habitual buen concepto del toreo una gran dosis de ganas y de vibración a su actuación, llegando al público y ejerciendo inteligentemente su localía. Sale el tercero sin mucha codicia y embiste inciertamente el capote del peruano, quien sólo puede instrumentar algunos lances de tanteo. Bien Frank Díaz en el tercio de varas y, tras el tercio de banderillas, brinda al público Galdós e inicia su trasteo con un molinete de rodillas, derechazos y el pase de pecho, conectando inmediatamente con los tendidos. Luego de comprobar la imposibilidad del pitón izquierdo, logra tres series vibrantes de derechazos y luego hay redondos que le dan aún más intensidad a la faena, que es de calidad, aunque quizás con un pelín de aceleración, dada la acometida del animal. Pinchazo arriba y estocada entera y se le concede una merecida oreja.

El último toro de la tarde lamentablemente fue el garbanzo negro de la corrida, mostrando dificultades desde su salida, pese a lo cual Galdós puso mucha voluntad. Ya de muleta, el peruano se dobla por bajo, llegando al público, que claramente quería el triunfo del paisano. Con mucho mérito logra instrumentar dos tandas de derechazos y suena una marinera peruana; hay una serie más de derechazos, ya menos ligada porque el toro va mostrando sus malas maneras y prueba por naturales, siendo desarmado, pues es éste un pitón aún más complicado. Intenta una tanda más de derechazos, pero el animal ya no colabora en lo más mínimo; pinchazo y tres cuartos de espada en buen sitio de efecto mortal, recibiendo tibias palmas de un sector del público.

A pesar de ser el más antiguo de la terna, hemos dejado para el final a Antonio Ferrera, pues lo logrado en Acho en esta tarde quedará para el recuerdo de los aficionados. Habrá quienes digan del torero balear que se sale a veces de la ortodoxia en ciertos aspectos -como en el uso de un capote poco convencional o como en su peculiar forma de ejecutar la suerte suprema en algunas ocasiones, como la de ayer-, pero nadie negará que es un torero distinto, con personalidad y que además de torear con calidad, lo hace con un contagioso sentimiento, que ayer caló hondo en todos los asistentes a la plaza.

A su primero, lo recibe Ferrera con una larga cordobesa y consigue luego instrumentar algunas verónicas que remata con una serpentina. Hay un solo puyazo, breve éste y, tras sacarlo del caballo toreramente, solicita el cambio de tercio, pidiéndole el público infructuosamente que ponga banderillas; finalmente se encarga la cuadrilla de los garapuyos y es cogido aparatosamente “El Rata”, afortunadamente sin consecuencias. Con la muleta, inicia el hispano doblándose por bajo, pero el toro acusa su poca fuerza y se defiende, llegando a prender a Ferrera, quien se duele de la parte lateral izquierda de la cadera. Con mucha inteligencia y firmeza le pone la franela a media altura y consigue pases con la derecha, de gran mérito, uno a uno y de buena factura, emocionando al público, quien percibe el peligro desarrollado por el animal; tras el arrimón final, coloca una estocada caída teniendo que descabellar, liquidando al toro en el primer intento y recibiendo palmas en premio a su innegable voluntad.

El cuarto toro, de El Olivar sale con mucha alegría y Ferrera lo recibe con buenas verónicas, sintiéndose. Buen puyazo de Ángelo Caro y el público insiste en su pedido de que desempolve las banderillas, a lo que inesperadamente accede el matador, invitando además a Joaquín Galdós y protagonizando un vistoso tercio que es aplaudido fuertemente. Brinda al público e inicia su faena de muleta con suaves pases de tanteo, saliéndose a los medios lentamente, muy a su estilo. Luego se echa a torear por ambos pitones, con mucho mando y sentimiento, abandonándose en cada serie y generando progresivamente un conmovedor punto de ebullición en las gradas. Tras el arrimón final, hay suaves redondos y un buen sector del público se pone de pie, llevándose Ferrera a su enemigo a los medios para la suerte suprema, donde logra citarlo de lejos y señalar una estocada entera que surte rápido efecto, concediéndosele las dos orejas entre el delirio del público y siendo premiado el toro con la vuelta al ruedo en el arrastre.

Ferrera logró, por fin, el triunfo que esperaba en Lima, siendo importante recordar que ya en la temporada del año 2018 -el día de la despedida de Padilla en Acho- había cuajado una gran faena que lamentablemente no pudo coronar con la espada. No solamente ha logrado esa tan ansiada salida en hombros, sino que la gran faena al cuarto de la tarde lo tiene por ahora como el firme candidato a conquistar el Escapulario de Oro del Señor de los Milagros.

Una recomendación para la empresa, que además coincide con el constante pedido del público al inicio de cada festejo: se echa mucho de menos a los tradicionales alguacilillos; bienvenidos siempre los ingredientes de peruanidad, pero no olvidemos que estos personajes son parte del rito desde siempre, no solamente porque constituyen una reminiscencia de aquellas épocas en las que las corridas de toros se llevaban a cabo en las plazas públicas y entonces estos hombres a caballo realizaban el despeje -es decir, desalojaban al público de la plaza para que pudiera empezar la corrida-, sino porque además se han encargado siempre de ser los emisarios del juez de plaza en el ruedo, permitiendo la ejecución de sus decisiones, en especial en cuanto a la concesión de trofeos; quizás una fórmula intermedia podría ser que nuestros tan peruanos caballos de paso secunden a los alguacilillos en el paseíllo y así quedamos todos contentos.

Finalmente, les presentamos una breve síntesis de los toros lidiados durante el festejo: